Israel Galván

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Datos Básicos
Tipo: Festival Flamenco on Fire 2019
Fecha: 25 agosto
Hora: 21:00 h · Sala Principal

Lugar: Baluarte
Web: http://bit.ly/2XW3gyI
Descripción
Festival Flamenco on Fire 2019 25 agosto, domingo 21:00 h · Sala Principal Organiza: Fundación Flamenco On Fire / Flamenco Live Worlwide AIE. Colaborador Principal: Fundación Baluarte
Festival Flamenco on Fire 2019
25 agosto, domingo 21:00 h · Sala Principal
Organiza: Fundación Flamenco On Fire / Flamenco Live Worlwide AIE. Colaborador Principal: Fundación Baluarte
'Fla.co.men'

La música, ese es el argumento. La música que ha sonado, a lo largo y a lo ancho, en las propuestas escénicas de Israel Galván, aligerada ahora de tramas, de libretos y de teatro. Solo la música.    Se trataba de eso, de adelgazar de cualquier gravedad uno de los hallazgos más luminosos de los espectáculos de Israel Galván: el sonido. La cosa surgió entre Utrera y La Rinconada, entre la beneficencia y las hipotecas, reciclando audio con un selecto grupo de sus músicos; ofreciendo al público breves estallidos de felicidad. Todo el público sabe que Israel Galván es una máquina y aquí suena en toda su pureza.    ¡Sólo la música! En fin, esa es una de las características del baile flamenco y del baile de Israel Galván en particular. El cuerpo es un instrumento. No sólo de percusiones, también de viento, metales, cuerda, pues sí, el cuerpo habla. Cuando se tuerce ante el violín de Elo Cantón las notas son más de madera. Quieto frente a David Lagos o Tomás de Perrate, es más cuerpo, redundante. Caracafé es casi su gemelo, unas veces diestro y otras siniestro. Y más flamenco cuando remacha las percusiones y los metales de Proyecto Lorca. 
La música, ese es el argumento. La música que ha sonado, a lo largo y a lo ancho, en las propuestas escénicas de Israel Galván, aligerada ahora de tramas, de libretos y de teatro. Solo la música.    Se trataba de eso, de adelgazar de cualquier gravedad uno de los hallazgos más luminosos de los espectáculos de Israel Galván: el sonido. La cosa surgió entre Utrera y La Rinconada, entre la beneficencia y las hipotecas, reciclando audio con un selecto grupo de sus músicos; ofreciendo al público breves estallidos de felicidad. Todo el público sabe que Israel Galván es una máquina y aquí suena en toda su pureza.    ¡Sólo la música! En fin, esa es una de las características del baile flamenco y del baile de Israel Galván en particular. El cuerpo es un instrumento. No sólo de percusiones, también de viento, metales, cuerda, pues sí, el cuerpo habla. Cuando se tuerce ante el violín de Elo Cantón las notas son más de madera. Quieto frente a David Lagos o Tomás de Perrate, es más cuerpo, redundante. Caracafé es casi su gemelo, unas veces diestro y otras siniestro. Y más flamenco cuando remacha las percusiones y los metales de Proyecto Lorca. 
La música, ese es el argumento. La música que ha sonado, a lo largo y a lo ancho, en las propuestas escénicas de Israel Galván, aligerada ahora de tramas, de libretos y de teatro. Solo la música.    Se trataba de eso, de adelgazar de cualquier gravedad uno de los hallazgos más luminosos de los espectáculos de Israel Galván: el sonido. La cosa surgió entre Utrera y La Rinconada, entre la beneficencia y las hipotecas, reciclando audio con un selecto grupo de sus músicos; ofreciendo al público breves estallidos de felicidad. Todo el público sabe que Israel Galván es una máquina y aquí suena en toda su pureza.    ¡Sólo la música! En fin, esa es una de las características del baile flamenco y del baile de Israel Galván en particular. El cuerpo es un instrumento. No sólo de percusiones, también de viento, metales, cuerda, pues sí, el cuerpo habla. Cuando se tuerce ante el violín de Elo Cantón las notas son más de madera. Quieto frente a David Lagos o Tomás de Perrate, es más cuerpo, redundante. Caracafé es casi su gemelo, unas veces diestro y otras siniestro. Y más flamenco cuando remacha las percusiones y los metales de Proyecto Lorca. 
La música, ese es el argumento. La música que ha sonado, a lo largo y a lo ancho, en las propuestas escénicas de Israel Galván, aligerada ahora de tramas, de libretos y de teatro. Solo la música.    Se trataba de eso, de adelgazar de cualquier gravedad uno de los hallazgos más luminosos de los espectáculos de Israel Galván: el sonido. La cosa surgió entre Utrera y La Rinconada, entre la beneficencia y las hipotecas, reciclando audio con un selecto grupo de sus músicos; ofreciendo al público breves estallidos de felicidad. Todo el público sabe que Israel Galván es una máquina y aquí suena en toda su pureza.    ¡Sólo la música! En fin, esa es una de las características del baile flamenco y del baile de Israel Galván en particular. El cuerpo es un instrumento. No sólo de percusiones, también de viento, metales, cuerda, pues sí, el cuerpo habla. Cuando se tuerce ante el violín de Elo Cantón las notas son más de madera. Quieto frente a David Lagos o Tomás de Perrate, es más cuerpo, redundante. Caracafé es casi su gemelo, unas veces diestro y otras siniestro. Y más flamenco cuando remacha las percusiones y los metales de Proyecto Lorca. 
La música, ese es el argumento. La música que ha sonado, a lo largo y a lo ancho, en las propuestas escénicas de Israel Galván, aligerada ahora de tramas, de libretos y de teatro. Solo la música. 
 
Se trataba de eso, de adelgazar de cualquier gravedad uno de los hallazgos más luminosos de los espectáculos de Israel Galván: el sonido. La cosa surgió entre Utrera y La Rinconada, entre la beneficencia y las hipotecas, reciclando audio con un selecto grupo de sus músicos; ofreciendo al público breves estallidos de felicidad. Todo el público sabe que Israel Galván es una máquina y aquí suena en toda su pureza. 
 
¡Sólo la música! En fin, esa es una de las características del baile flamenco y del baile de Israel Galván en particular. El cuerpo es un instrumento. No sólo de percusiones, también de viento, metales, cuerda, pues sí, el cuerpo habla. Cuando se tuerce ante el violín de Elo Cantón las notas son más de madera. Quieto frente a David Lagos o Tomás de Perrate, es más cuerpo, redundante. Caracafé es casi su gemelo, unas veces diestro y otras siniestro. Y más flamenco cuando remacha las percusiones y los metales de Proyecto Lorca. 

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